Entrevista a Sergio Fuster
REVISTA SUPERHOMBRE CON MOTIVO DE LA CULMINACIÓN DEL CICLO DE CONFERENCIAS
"LA ESPIRITUALIDAD EN LA EPOCA DE LA MUERTE DE DIOS"
HABLA EN EXCLUSIVA CON SERGIO FUSTER

RS: Sabemos
que concluiste con el ciclo de conferencias sobre la posibilidad de plantear
una teoría de la espiritualidad, ¿cómo sentiste que fue la recepción de los
concurrentes?
SF: La concurrencia
fue muy buena, pensamos que plantear un tema cíclico tal vez desanimaría la
asistencia pero fue todo lo contrario, es más, se mantuvo en general el mismo
público que lo sintió como un curso. También, pienso, que el tema fue lo
suficientemente atrayente, si bien es algo conocido, rescata la veta de lo
actual, pero lo original fue la propuesta de hacerlo bajo los lineamentos de la
filosofía. Desde ya no se pudo alcanzar esa pretensión, no porque fuera
ambiciosa, que si lo fue, sino porque concluimos ya desde el primer encuentro
que “hablar o pensar” la espiritualidad es una tarea imposible.
RS: Si la
filosofía te parece un abordaje incapaz de cubrir el tema de la espiritualidad
humana ¿Por qué usaste la frase de Nietzsche “la muerte de Dios” como título
central?
SF: En primer lugar
lo pensé así porque la idea original fue hablar de la espiritualidad emergente
en el siglo XX y una de las características de la contracultura que surgió en
ese marco se caracterizo por difuminar al Dios cristiano como paradigma y
resucitar una imagen divina más eclectica, más cercana a una visión de las
tradiciones esotéricas antiguas. Es cierto que en la era de la modernidad Dios
fue sustituido como centro en pos del hombre como paradigma, pero ni aún así el
sentimiento religioso humano es capaz de matar a Dios. Como expresión “la
muerte de Dios” es solo un delirio nietzscheano. Digo delirio, y que quede
claro, en la interpretación de que Nietzsche busco a Dios más de lo que suele
pensarse, y al no hallarlo como el hubiera querido decidió matarlo o darlo por
muerto, a raíz de esto es que incluimos en una charla la “Experiencia
mística en la obra de Nietzsche”. De todos modos, para hablar de la
espiritualidad, la filosofía o la teología tiene un lenguaje determinado y la
espiritualidad es un tipo de “metalenguaje” que se dirige hacia una terminal
silenciosa. Esto lo remarcamos desde el primer encuentro.
RS: En tu
libro “Redención y liberación” leí que planteaste en la parte final un
extenso estudio de la espiritualidad, allí abunda el lenguaje, por lo que me
trasmitió el texto.
SF: Este libro fue
producto de ciertas circunstancias pasadas, diría, que necesitaba expresar de
algún modo un capítulo de una vivencia que tuve. No obstante, lo esbozado allí,
es solamente un bosquejo primitivo que seguí desarrollando en un pequeño
librito de bolsillo que se publico hace poco: “La espiritualidad como
contraexistencialismo” y que terminará por cerrar (espero) en otra obra un
poco más extensa que está en construcción. Solo para adelantar algo, la
transcripción de estas ocho conferencias por la cual estamos hablando,
revisadas y aumentadas, con notas y un extenso aparato crítico. O sea que “Redención
y liberación” funcionó como génesis para una construcción mucho más precisa
y profunda sobre el complejo de la espiritualidad humana; sigue el desarrollo
en ese pequeño libro del que te hablé y culmina presuntamente en la
presentación de las conferencias en forma de libro. En esta obra, trato de
deconstruir los lineamientos de la filosofía existencialista y emerger la
teoría de la espiritualidad solo desde el contraste. Esto enriquecido con el
lenguaje de la filosofía india.
RS: ¿Cómo
definís vos la espiritualidad? Si es que puede definirse.
SF: Bueno, no, la
espiritualidad no es posible de definirla, ya que es la vida misma tal y como
aparece, sencilla, simple, en resumidas cuentas es así. No obstante, acometí la
tarea de tratar de contenerla en un posible discurso por y a través del
contraste y de la superación de los paradigmas con los que comúnmente se asocia
la espiritualidad, me refiero a los rituales, las meditaciones, el eclecticismo
contracultural, etc. La espiritualidad no tiene forma, por tanto, para
expresarla de modo puro, hay que superar las formas. Con la expresión “formas”
hablo de los fundamentos religiosos, políticos y económicos de esta sociedad.
Por otra parte, si la espiritualidad no tiene forma, no tiene tiempo, y si no
tiene tiempo, no tiene Dios.
RS: Si, una
de las frases que me llamó la atención es tu declaración que la espiritualidad
es atea.
SF: Quise decir, que no
puede identificarse con ninguna forma ya que es anterior a la cultura, con cultura
me refiero a aquella cosmovisión que nos dio el “Dios concepto”. Esta
superación es la liberación a la que reiteradamente me refiero. Libertad sin
elección, para criticar al existencialismo que coloca la libertad en el campo
electivo y la vacía de sentido. La espiritualidad no elije porque se da fuera
del tiempo subjetal, así no hay nada que elegir, solo ser, sin tiempo. Claro
que el hombre no quiere esta libertad, tiene miedo a ser libre. No queremos
hacernos responsables de la libertad espiritual ya que estamos habituados a las
formas. Pero el amor es superador de ese temor, solo así el hombre encuentra la
vocación ideal y se armoniza con “un plan divino” para citar palabras del
escolástico Juan Escoto Erigena.
RS: Definime
los dos tipos de espiritualidad que propones.
SF: Hablar de dos tipos
o más de espiritualidad es enmarcar una experiencia intransferible e
incomunicable al ámbito teórico, sin embargo, podemos proponer virtualmente lo
que yo llamo los “dos estados de la espiritualidad humana”. Una de ellas es la
espiritualidad volitiva o mejor dicho, el espiritualismo, que es un modo
impreciso y funciona como paliativo, como excusa para no hacernos cargo de una
vida sin formas posibles, realizada en libertad. Para esta concepción,
cualquier forma de ritual (yoga, meditación trascendental, chamanismo, consumo
de drogas entheogenas, etc. etc.) funciona como una excusa para anteponer esas
prácticas antes que tomar la decisión de mejorar como individuo. Como es muy
incomodo ser sincero consigo mismo y reconocer nuestras faltas, y como nos
negamos a “gobernarnos a nosotros mismos”
lo “tapamos” con la búsqueda de un tipo de espiritualismo visible. Esto
es tan obvio que no siempre se comprende. Con solo mirar un poco a nuestro
alrededor, al mundo, nos vamos a dar cuenta que las religiones y sus
concomitantes movimientos espiritualistas nunca han logrado demasiado para
construir una humanidad mejor
Portada del último libro de Sergio Fuster